Templo y ex-convento de la Santa Cruz en la Ciudad de Santiago de Querétaro. Fotografía del Archivo de la Coordinación de Estudios y Proyectos Especiales.
Mtro. José Martínez Pichardo
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Siguiendo con el relato, Ignacio Pérez (héroe de la Independencia poco reconocido) al acudir a la puerta, por el agujero de la llave doña Josefa le comento que Joaquín Arias había delatado la conspiración y le ordenó que de prisa ensillara un caballo y se encaminara a San Miguel “El Grande” a enterar al capitán Ignacio Allende y que después fuera a Dolores para comunicar lo que pasaba en Querétaro a el cura Hidalgo. Pérez obedeció y el aviso de la Corregidora determinó la proclamación de la Independencia en la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810.
Precisamente en esta fecha, en Querétaro, la nueva denuncia hecha por el capitán Joaquín Arias al Alcalde Ochoa, obligó a este funcionario a librar la orden de detención del Corregidor Domínguez y su esposa, recluyéndolos en los conventos de la Santa Cruz (hoy ex-convento, ver foto) y de Santa Clara respectivamente, en donde estuvieron cuatro o cinco días, mientras duró la agitación de los primeros momentos.
Desde fines de septiembre de 1810 hasta el 14 de diciembre de 1813 don Miguel y doña Josefa continuaron sirviendo la corregiduría de Querétaro. En la fecha últimamente citada llegó a la ciudad de Querétaro el célebre bibliófilo don José Mariano de Beristáin y Souza y con violencia denunció a los esposos Domínguez como peligrosos conspiradores y a ella (La Corregidora), «una verdadera Ana Bolena, que ha tenido valor para seducirme a mí mismo, aunque ingeniosa y cautelosamente». Con fecha 23 de diciembre reiteraba Beristáin a Calleja: «Repito a V. E. que la Corregidora es una Ana Bolena y añado hoy que Gil (el Juez Eclesiástico Dr. Rafael Gil de León) es su Wolseo».
El Virrey Calleja envió a Querétaro al licenciado Lopetegui para que enjuiciara y destituyera al Corregidor Domínguez y ordenó al coronel Cristóbal Ordóñez que al pasar con el convoy de San Luis Potosí a México, aprehendiera en Querétaro a la Corregidora y la llevara al convento de Santa Teresa de la capital, lo cual fue ejecutado al inicio de 1814. Fue entonces cuando doña Josefa exclamó: «Tantos soldados para custodiar a una pobre mujer; pero yo con mi sangre les formaré un patrimonio a mis hijos».
El 20 de mayo de 1814, el auditor de guerra Melchor de Foncerrada expresa que doña Josefa «padecía enajenación mental» y proponía una reclusión si el Virrey no permitía que saliera del convento dado el estado grávido de la procesada.
Dos años después el oidor Bataller pide cuatro años de prisión para «La Corregidora», los que principian a contarse a partir de noviembre de 1816 en que es trasladada al convento de Santa Catalina de Sena. Al fin, el Virrey don Juan Ruiz de Apodaca considera una instancia del ex-Corregidor Domínguez en la que se expresa cómo pobre, enfermo y con catorce hijos, pide la libertad de su mujer, también enferma y el Virrey la deja en libertad a partir del 17 de junio de 1817.
¡Hasta la próxima!…